La primera civilización que utilizó gráficamente el corazón fue la Egipcia, un símbolo muy diferente al que existe en la actualidad. Los egipcios ya sabían de lo importante que era el corazón y su relación con el resto del cuerpo, ya que en esa parte se localizaba la mente y el alma de las personas. Además, creían que al morir su corazón era pesado contra la pluma de la verdad del dios Maat y si habían llevado una buena vida el corazón pesaría lo mismo que la pluma y ese individuo gozaría de vida eterna.
Después de los Egipcios, la colonia Griega de Cyrene fue la que creó el símbolo del corazón como se conoce en la actualidad. El símbolo representa a la hoja de la planta Silphium, la cual se utilizaba como anticonceptivo, por tanto, los historiadores creen que se relacionó con el amor y la sexualidad.

Normalmente la figura del corazón tiene una forma redondeada pero nosotros quisimos romper ese esquema clásico...aunque según la Iglesia Católica, Margarita María, una monja del siglo XVII -que luego sería canonizada- tuvo una visión en donde vio al “Sagrado Corazón de Jesús”. Según la monja, aquel tenía una forma más bien triangular, y estaba rodeado en llamas y espinas.
Sin embargo, esta visión data del año 1673, fecha en la que ya el símbolo del corazón tenía una forma semejante a la actual, razón por la que no se le puede acuñar del todo a Santa Margarita el descubrimiento de esta figura.
Al final, muchos historiadores aseguran que el símbolo del corazón se ve así debido a una evolución conceptual que se dio poco a poco en occidente. Esta evolución tendría la finalidad de lograr una mejor estética y mayor simpleza, al momento de dibujar el corazón humano.


Historia la Chimba
Antes que Pedro de Valdivia cruzara el río Mapocho hacia el sur e hiciera el trazado urbano De Santiago de Chile, acampó junto a su hueste en las tierras del cacique Huechuraba, a los pies del cerro Blanco. Éste último junto al cerro San Cristóbal fueron las principales canteras de la ciudad colonial. Ya fundada la ciudad, en 1541, el lado norte del río, conocido como “La Chimba” o “lo de la otra orilla”, se estableció como uno de los primeros barrios populares de la capital, escenario del mundo arrabalero, de la juerga y las chinganas. Quienes habitaban el norte del río sentían una identidad y pertenencia que los diferenciaba de la gente de la ciudad.
Cultura Mapocho
Nombres del fin del Mundo

Annëken, el zurdo, es el último hablante Selk’nam* del planeta y sabe que cuando sus pupilas oscuras se cierren por última vez la lengua patagónica de sus ancestros desaparecerá para siempre de la faz de la tierra.
Los lagos, bosques y diluvios no volverán a ser reconocidos y entendidos en el idioma de su cultura nómade. Tampoco los cisnes o la luna de los fiordos australes.
*En los confines australes del planeta, en la Isla Grande de Tierra del Fuego, habitó este pueblo indígena nómade y cazador.

Los Pukao se definen como un accesorio de los Moai y que se ubican en la parte superior de estas estatuas (como una especie de casco o gorro).
Según investigaciones arqueológicas, la realización de estos ornamentos se realizó varios años después de la construcción de los gigantes de piedra y su historia es muy importante dentro de la cultura Rapanui*.
Son diversas las teorías que se manejan sobre la simbología de los Pukao. La que más se ha extendido según la historia de la isla, es que representa el peinado típico que lucían los nativos (pelo largo y un moño tomado sobre la cabeza).
Otra de las teorías dice que los Pukao suelen representar un tipo de sombrero ceremonial que se usaba en los rituales religiosos.
Los Pukao contienen en su superficie una serie de símbolos en idioma rapanui que hasta la fecha ha sido muy difícil descifrar.
*Rapanui es una etnia habitante de la Isla de Pascua. La denominación «rapa-nui» se utiliza extensivamente para denominar al pueblo aborigen, a su idioma y a la isla que habitan. La denominación «pascuense» es utilizada para las personas que habitan la isla, pero no pertenecen a la etnia.

Las pinturas que dejaron pastores y caravaneros hace casi tres milenios en las paredes de las rocas que flanquean el río Loa, que surca de este a oeste el desierto de Atacama, convierten al valle de Taira en el epicentro del arte rupestre en Chile, lugar que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
La joya de la corona de esta 'galería' de 16 paneles, situada a cielo abierto a 3.150 metros de altura, a unos 75 km de Calama, en el norte de Chile, es el Alero Taira, un pequeño abrigo natural emplazado a 30 metros sobre el nivel del río, donde la gran protagonista es la llama, principal fuente de riqueza durante milenios de los habitantes del desierto más árido del mundo.
En nuestro antro de creación, nos inspiramos cada día con nuevas obras partiendo de cero, como en un lienzo blanco.

